¿Son las redes sociales un montón de hombres masturbándose con pantallas?
Expresamos muchos sentimientos delante de una pantalla, golpeamos con los dedos una pantalla, hablamos a una pantalla, escuchamos una pantalla,... Pero ¿qué hay realmente al otro lado de esa pantalla?
NOTA: Este texto es muy largo y Substack me dice que es demasiado largo para el correo electrónico, así que seguramente no saldrá entero en el email, pero puedes leerlo entero en la web de Substack donde se guardan todos mis textos o en la app de Substack. Lo escribí el año pasado en mi móvil durante un viaje de tren de varias horas desde Madrid a Málaga, y justo en un momento de mi vida que fue para mí un punto de inflexión que me ha llevado a cuestionarme muchas cosas durante un año (que es algo que creo que se nota bastante cuando lo lees, sobre todo a partir del apartado “Fase 3“ y más llegando al final). Por lo que, aunque no sea un texto del tipo habitual, es, para mí, necesario que este texto esté aquí en mi Substack, el cual es mi intención que dure años, años y más años, tal y como me duró mi antiguo Wordpress. Disfrútenlo.
Índice
Fase 1: Dolor
Fase 2: Aprobación
Fase 3: Fantasía
Fase 4: Pornografía
Fase 5: Woke
Fase 6: Tinder
Fase 7: Distancia
«El gran problema de la humanidad es el siguiente: tenemos emociones del paleolítico, instituciones medievales y tecnología de dioses»
(E.O. Wilson, al que en su día apodaron como “El Darwin del siglo XXI”)
Fase 1: Dolor
Por la paredes escucho llorar y gritar de puro dolor a mi vecino, I., un simpático culturista cuyos bíceps son tan grandes como mi cabeza. Es un chico que lo tiene todo en su vida: un trabajo estable y familiar, y con clientes garantizados de por vida en el que no tiene ni que madrugar, un salario acorde a sus necesidades, una vivienda al lado del mar, sin hipoteca, que compró cuando estaban baratas, amigos en dónde quiera que va porque es un chico muy amable y simpático,… lo tiene todo, salvo el amor. Lo conozco desde que yo tenía 8 años y siempre lo veía con una pareja diferente, pero cada vez más desesperado por agradarla y que se mantuviera junto a él. Y nada, todas se le escapaban.
Pero eh, al menos, lo intenta y sigue relacionándose con mujeres. Grita llorando a su actual pareja que ella le acaba de confesar que le “ha puesto los cuernos” 7 veces con 7 tíos diferentes, que le está “haciendo maltrato psicológico”, que él no puede más, que se vaya de una vez y le deje en paz, que está roto por su culpa. Se desespera, pero ella no se va. Se mantiene allí, hablando con voz baja y tranquila, intentando calmarle. Y de hecho, los meses siguientes les veo juntos con la hija de ella, muy felices.
Han pasado dos años de ese episodio y ahora mismo, mientras escribo esto en mi móvil, estoy en la estación de Atocha esperando al tren que me devolverá a Málaga, mientras observo una escena muy parecida reflejada en una pareja de punkies que están discutiendo. El chico no para de gritarle que es una tóxica, que se aleje de él, que se vaya, que sólo le hace sufrir, que no la quiere ver nunca más, que nada más sabe hacerle daño. Él intenta huir de ella, pero, por más él que le grita llorando “¡Que te vayas!”, ella se acerca tranquila y con buenas palabras e intentando que se quede con ella. La policía interviene para calmarles, ellos, ante su rechazo a la autoridad, al sistema y al orden establecido, acaban uniendo fuerzas y se muestran más unidos y calmados. Se van juntos.
No puedo evitar recordar la obra A Puerta Cerrada de Jean-Paul Sartre. En ella, Garcin, Inés y Estelle, están en el infierno, el cual es una habitación bastante cómoda, con sofá incluido. Garcin está en el infierno por maltratar a su mujer y ser un cobarde con sus ideales y sus colegas, y el “soy un cobarde” es un pensamiento que rumia. Inés es abiertamente una persona destructiva y manipuladora que indujo a la muerte y no le importa nada, ni siquiera estar muerta. Estelle engañó a su esposo y mató a su hija por su beneficio propio. Garcin es un canalla, Inés es sádica, Estelle es egoísta. Inés, tras meterle en la cabeza que ella es superior a él, no duda en torturar a Garcin tocando sus debilidades constantemente y mostrando su superioridad tanto a Garcin como a Estelle (en cierta forma ella les hace valer que está en el infierno porque se lo merece y, en cierta forma, parece que le gusta), pero le tortura que Estelle no se deje manipular (incluso Estelle intenta matar a Inés, cosa que no logra y deriva en carcajadas de la propia Inés porque ya está muerta), al contrario que Garcin que tiene a Inés siempre en su mente y eso lo tortura, Estelle quiere seducir a Garcin, pero Garcin está tan manipulado por Inés que no puede, lo cual la tortura. Así hay una triada de maltrato, en la que los tres son verdugos el uno del otro (el infierno está en los otros).
Llegando al final de A Puerta Cerrada hay un momento en el cual Garcin desesperado grita que quiere salir del infierno y se abre la puerta del infierno. Cualquiera de los tres podría escapar. Pero Garcin no sólo se queda, sino que cuando Inés le ordena que cierre la puerta, lo hace sin dudarlo ni un segundo. Esto es lo que me recuerda tanto al episodio de mi antiguo vecino como a los punkies de Atocha: el chico exige poder irse, y la puerta se abre, pero es demasiado tarde para él, ella ya no sólo está al lado, también está dentro de su cabeza. Incluso si la chica se fuera físicamente, ella nunca se va.
Cuando llevas tanto invertido en la narrativa de una relación es difícil volver atrás. Al menos en estos casos existe una relación, y me gustaría pensar que seguramente habrá más momentos que merezcan la pena que momentos duros. Sin embargo qué pasa que los tíos sufrimos tanto detrás de una pantalla, por culpa de, por ejemplo, las relaciones parasociales de Twitch, TikTok o Instagram o por alguna aplicación de citas tipo Tinder, ¿cómo podríamos explicar ese sufrimiento? ¿Y merece la pena? De eso trata este texto, de entender nuestro sufrimiento 2.0 y de hasta qué punto liberarnos de él. Pero introduzcámonos primero sobre el dolor en el entorno virtual, tal y como nos lo están vendiendo supuestos expertos desde sus charlas.
El psicólogo social Jonathan Haidt lleva unos años dando bastante la turra sobre cómo estar todo el día detrás del móvil ha hecho subirnos la ansiedad, la depresión y el suicidio juvenil. Y la psiquiatra, y escritora de autoayuda cerebrocentrista (véase el cerebrocentrismo), Marian Rojas Estapé, reproduce su mismo discurso en España. Y todo el mundo parece estar de acuerdo en que el suicidio es una tendencia en alza. Sin embargo si observamos los datos veremos una contradicción bastante llamativa. Miremos una gráfica los datos globales de suicidio:
Contras, tampoco han variado tanto, pero ojo, esto también quiere decir que las cosas que hacemos para evitar el suicidio no están funcionando. Miremos cómo va la tasa de suicidio en, por ejemplo, España, Estados Unidos, Suecia y Japón:
Espera, ¿en España está incluso bajando un poco? Pero claro, los datos son hasta el 2019, esto es, antes de la pandemia. Pero si observamos en datosmacros de Expansión, veremos que, en España, aumentó de los 3.671 en 2019 a los 3.941 en 2020, para luego subir a los 4.003 en 2022. O sea, que ha subido, pero un poquito (una vez más, esto también quiere decir que las cosas que hacemos para evitar el suicidio no están funcionando). Vamos a mirar los datos por edad hasta el 2019, a ver si existe esa “epidemia de suicidio adolescente”:
Pues va ser que tampoco. Esto lo he plagiado vilmente de esta charla que Ramón Nogueras hizo y que presencié en directo (que va sobre el trauma y que os recomiendo ver). Pero yo no me voy a quedar aquí, y voy a llevarlo un poco más allá: ¿qué pasa con el peligrosísimo aumento de ansiedad del que tanto Haidt como Estapé no paran de hablar? Bueno, pues si miramos la tasa de ansiedad mundial, de mi amiga ansiedad a la que tanto trato de entender, vemos lo siguiente:
Y si vemos la de España y la de cuatro países más que he puesto porque está bien comparar:
Más o menos se ve estable (y ojo, que esté estable no significa que no sea un problema, una vez más, significa que lo que estamos haciendo para solucionar este problema no está funcionando), y canta mucho si las comparamos con las gráficas que Haidt tiene en su web , porque si un número pequeño sube un poquito al año siguiente, es fácil que suba un 92% (por ejemplo, si te dan un trozo muy pequeño de una tarta, pides más y te dan un trozo el doble de grande, tú lo miras y parece igual de pequeño que el anterior trozo). El ver los datos de depresión en gráficas os lo dejo como ejercicio, pero ya os adelanto que el resultado es muy parecido. En cuanto a Estapé, bueno, no tengo que entrar al trapo tras esto, ya que ella traduce lo que dice Haidt y lo adapta a su discurso cerebrocentrista con autoayuda (que no somos sólo hormonas y cerebro, contras, que la conducta, la personalidad o el contexto también están ahí).
Tal vez percibimos que hay más ansiedad y depresión porque se habla más del problema que es la ansiedad y de la depresión. En cierta manera, parece que el dolor y la frustración es algo que siempre ha existido, pero que no teníamos tan visible como en las redes sociales. Pero vayamos a la siguiente fase, porque, aunque Estapé y Haidt exageran o son demasiado estrictos y tajantes, pienso que no están totalmente equivocados, y aunque no tienen ni idea de lo que es una adicción y lo que es un mal uso, y no han mirado bien las estadísticas o las ignoran, su discurso tiene una parte rescatable (cuando cite un par de veces a Estapé con cosas como “su discurso”, en la siguiente sección, me referiré principalmente a este discurso suyo) y que el sufrimiento que los chicos y chicas padecen tras la pantalla tiene bastante que ver.
Como Marian Rojas Estapé dice hay que entender a la otra persona, porque “cuando yo comprendo a la otra persona me alivio, y un corazón resentido, no puede ser feliz”. Pero y si, en realidad, no estamos entendiendo tanto a los demás como decimos que les entendemos, porque realmente nos es más interesante conseguir su aprobación.
Fase 2: Aprobación
Haidt y Estapé tienen razón en una cosa: nuestra relación con las redes sociales es tóxica. Y es que tenemos un problema con nuestras obsesiones en redes sociales. Tal y como le vi a Estapé en un reel de Instagram (en el que tiene bastante razón sobre la gratificación instantánea, porque en ese vídeo no habla del cerebro ni del cortisol): no es normal que una chica, que va a su consulta, charle con montones de tipos en Tinder al punto de que ha olvidado con quién ha hablado, está clarísimo que no está conociéndoles a todos, sino hablando con varios mientras trata de olvidar que uno con quién había apostado tanto, le está ignorando. Pero tampoco es normal que un chico se obsesione con que montones de veces le ignoran en Tinder, porque, contras, ¿por qué se niegan a hablar conmigo? Y menos aún que la plataforma esté forzando las conversaciones con avisos de tipo “te toca a ti” o las notificaciones de “tu match te espera”. Y mejor no hablemos de Twitter que me caliento, y aquí no estoy para incendiar cosas.
Pero tampoco hay que ser un lumbreras para ver esto. Tanto Tinder como las redes sociales se nutren de la aprobación de los hombres, incluso cuando son desconocidos, la cual no sólo parece muy necesaria para las mujeres, sino también para los chicos, sobre todo de chicos mayores que ellos o de cierto famoso multimillonario violador en prisión preventiva rumana con videos de clips de podcasts en TikToks de unos chavales atrapados en una clara estafa piramidal. Y en cierta forma el discurso feminista en redes sociales es poner freno a esa aprobación del hombre con un matamoscas como arma final: al final aparece la aprobación de El Aliado, porque jo, tía, te entiendo, ser mujer es muy difícil, hay mucho machismo, pero yo estoy aquí para ayudarte y defenderte del patriarcado, combinado con ese like furtivo y un “yo te daba” en las fotos de posados de esas mujeres, porque, efectivamente, al final, acaba siendo paternalismo y de nuevo aprobación, pero así no se nota tanto.
Si lo pensamos bien, las redes sociales pueden ser útiles o necesarias. Por ejemplo, en mi caso, varias cosas de dibujo las he aprendido gracias a Internet, comencé a hacer ejercicio en la pandemia gracias a canales sobre ello en YouTube, y, en cierta manera, debo mi nueva vida a clips de Ibai y Loulogio (y estoy tan agradecido por ello) en los que hablaban de salud mental, lo cual fue un desencadenante para que yo mismo me dijera “voy a ir al psicólogo, porque la verdad que me siento bastante mal”. Y agradecer las cosas a la gente no está nada mal, pero hay tantas veces que deberíamos saber distinguir entre agradecer y una mera aprobación.
Y aunque nos adaptemos a que la dopamina pueda no darnos tanto placer usando el móvil como en una clase de crossfit o que tengamos “totalmente desarrollada la corteza prefrontal” o sepamos técnicas conductuales para paliar el mal desarrollo de ésta o que no vaya bien por algún comportamiento (técnicas que aprendes yendo al psicólogo), si lo entendemos como un mal uso y no como una adicción a la cocaína, Estapé en su discurso tiene bastante razón sobre cómo te afecta el botón de like y toda esa lluvia de gratificación que te provoca el recibir ese gran volumen de notificaciones de comentarios a esa pose que has subido en Instagram. El paso de 1000 likes a 100 likes en una foto de un posado en Instagram o TikTok, puede ser devastador para la salud mental de una chica pero está siendo muy rentable para las clínicas de estética.
Pero no sólo hablemos de la gratificación en el físico. Por ejemplo abro Twitter para buscaros un ejemplo, y veo el siguiente mensaje de una señora de una cuenta a la que sigo en Twitter:
Acabo de ver a uno en Tinder “enamorado del arte de viajar” es que no necesito saber absolutamente nada más de esa persona con esa frase ya me deja claro que no lo toco ni con un palo.
Me hago tres preguntas “¿Por qué pones un tuit que habla más mal de ti que del chico en cuestión?”, “¿Cómo narices se puede juzgar tan rotundamente a alguien por una sola frase?” y, la maldita pregunta que sienta muy mal a los tuiteros “¿Qué tiene de malo que te encante viajar tanto que le llames arte de viajar?”. Al final lo que te gusta de una persona, por lo menos a los chicos como a mí, es más lo emocionalmente que te ancles a ella, no que sea perfecta. Calmaos tuiteros y tuiteras con la pureza, todos salimos de nuestra madre cuando nacemos y lleno de pellejos y fluidos. Y no, no voy a dejarla de seguir, si es que ni siquiera miro tuiter, y me la suda tuiter, Musk ha bloqueado cualquier forma externa de acceder a Twitter, Nitter inclusive, y me la sigue sudando tuiter que ya que no lo veo por RSS, es que no lo veo y paso de verlo. Pero me dije de mirar las respuestas y más que el mensaje de ella me chocó una respuesta de un chico que la seguía:
Para cuando te parece que simplemente poner “wanderlust” no da suficiente grima.
Esto es peor. Porque vale, la chica ha escrito un tuit que es una chorrada que no tiene más importancia que el que ella se tiene que mirar sus altas expectativas en cuanto a hombres (ni los chicos ni las chicas somos el Capitán América que es excesivamente buena gente y siempre está hablando de la importancia de la libertad y la justicia, de que él no se lía con cualquiera y espera a la mujer perfecta, de no abandonar a los amigos ni dejarlos atrás… no, todos y todas somos más parecidos al capullo de Ironman que viene de cagarla mucho, de liarse con cualquiera que mínimamente le dé un poco de atención, y que, aunque intenta rectificar y ser mejor persona, más de una vez se le va la olla, pero, chico/a, no pasa nada, intenta aprender a no ser mala persona, madurar es un proceso), y probablemente ella si leyese esto (que no lo hará porque no me sigue en Twitter) pensaría algo parecido a “bueno, bueno, no es para tanto, tuiteo muchas cosas al día y alguna vez la tenía que cagar”, y tendría mucha razón.
Pero el chico que le ha respondido es muy diferente, él con su aprobación busca el like de la chica y que lo conozca, y lo hace añadiendo un grado de sofisticación, porque la cultura y el mostrar nuestra sabiduría e inteligencia a las mujeres, es la estética de los hombres. Porque, para que no tengáis que buscar en google qué es wanderlust, ya lo he buscado por vosotros y según la wikipedia es una palabra compuesta alemana que significa:
Wanderlust (del alemán wandern; caminar y Lust; pasión) hace referencia a la pasión por caminar, pero el término fue evolucionando hasta la expresión pasión por vagar o deambular.
[…]
Se hace referencia al Síndrome Wanderlust para hablar de aquellos individuos cuyo principal objetivo en la vida es viajar. El síndrome se asocia rápidamente a los jóvenes, pero lo cierto es que cualquiera puede padecerlo, ya que parece haberse convertido en la pandemia del siglo XXI.
Si lo pensamos bien el comentario del chico no aporta nada, es más ¿qué le importa saber a la chica eso? Sólo le genera más rechazo hacia a la gente que le gusta viajar, porque el chico viene a reforzarle la idea de que está mal, es un hombre y su argumento tiene más peso, porque busca la aprobación de ella, dándole él su aprobación de El Aliado. Y que, ojo, también os digo, ligar por redes sociales no tiene nada de malo, de hecho ligar no tiene nada de malo, pero este tipo de cosas, son a las que Estapé señala, probablemente sin quererlo, y con razón: aprobación sin contenido, y esta aprobación nos jode la cabeza porque nos acostumbramos a ella, y sin ella te sientes vacío.
Y es justo lo que pasa cuando reviso el perfil de esta chica, veo unas fotos suyas, junto a montones de comentarios de chicos dándole a ella aprobación y likes. Si miramos desde fuera este proceso, como por ejemplo, mientras estoy esperando el tren para viajar estoy escribiendo esto (sí, todavía estoy esperando el tren, tengo una hora y media por delante y luego tres horas y pico de viaje, así que este texto va a ser largo) — porque, insisto, que te encante viajar y lo expreses en tu perfil de lo que sea, no tiene nada de malo — , y la cosa es que mientras espero ese tren veo a varios chicos sonriendo mientras aporrean con los dedos un cristal. ¿Cuántos de estos chicos estarán dando likes y escribiendo comentarios de aprobación a chicas fotogénicas? Estos chicos actúan bajo una narrativa, no piensan, sienten que están ahí, y dicen su comentario, y reciben un like de la chica por ello, que es como me has lanzado una golosina que refuerza que haga más posados, yo te lanzo otra porque haré más posados. Pero lo que hay realmente son chicos sonriendo mientras sostienen un pedazo de pantalla anclado a una carcasa de metal y la verdad que si olvidas que es un móvil, desde fuera puede ser algo ridículo.
Tal vez deberíamos abandonarnos a la frase de Chuck Palahniuk en su novela Asfixia (muy apropiada para acompañar con este texto) de “Nada es tan perfecto como uno lo imagina. Nada es tan excitante como en tu fantasía”. ¿Y si la realidad es que las redes sociales son chicos masturbándose con pantallas (esto es, con nuestras fantasías)?
Fase 3: Fantasía
Los escarabajos australianos, Julodimorpha bakewelli, estuvieron en riesgo de extinción porque no se reproducían con las escarabajos hembras. En esta especie el escarabajo macho es más pequeño que el escarabajo hembra, él puede volar, y ella no. Ellas son de color marrón brillante y tienen protuberancias en el caparazón. Ellos empezaron a cambiarlas por botellas de cerveza marrones que encontraban tiradas en el campo, porque contra más grande la hembra, mejor, contra más marrón brillante mejor y además estas botellas tienen protuberancias que es lo que también buscan en una. Estaban tan atraídos por esas botellas de cerveza marrones, que se olvidaban de las hembras. Estaban tan obsesionados que muchos morían por calor, inanición o por ataques de hormigas, mientras trataban de copular con las botellas. Por fortuna para esta especie se cambió el color de estos envases y salió de su peligro de extinción. Esto está muy presente en la naturaleza, los seres humanos también pasamos por experiencias así y se las llama estimulación supernormal.
Desgraciadamente para nosotros, estamos condenados a usar la ciencia y sus métodos para descubrir la realidad. Porque la realidad no es lo que vemos, ni lo que sentimos, ni en definitiva lo que percibimos, y esto se sabe desde hace miles de años. Ya Aristóteles dejó por escrito que la percepción es una codificación de la realidad, una especie de imagen que hacemos de la realidad, y acabó dudando de la fiabilidad de la percepción. Cuando vemos algo no vemos la realidad, nuestro cerebro lo voltea y le aplica unos filtros que ni los de Instagram, esto es, vemos con el cerebro. Pero lo mismo con el resto de sentidos, son señales que llegan a nuestro cerebro y el cerebro las codifica o descodifica. Así que lo de usar objetivamente hablando para hablar sobre tus perfectos gustos musicales, perdona pero no, yo no tengo tu cerebro, no voy a percibir lo mismo que tú.
Ya que hemos desmontado nuestra idea sobre la realidad, que no se puede ser objetivo sólo con nuestros sentidos y que tal vez estamos condenados a nuestras fantasías, sigamos con la antigua Grecia. Y es que hay un mito muy apropiado que habla muy bien de la fantasía perfecta y es el mito del Pigmalión de Las Metamorfosis de Ovidio. Pigmalión, rey de Chipre, buscó durante muchísimo tiempo a una mujer con la cual casarse. Pero con una condición: debía ser la mujer perfecta. Frustrado en su búsqueda, decidió no casarse y dedicar su tiempo a crear esculturas preciosas para compensar la ausencia. Una de estas, Galatea, era tan bella que Pigmalión se enamoró de la estatua. Al final al diosa Afrodita conmovida por el deseo del rey dio vida a la estatua y le deseó la felicidad que él mismo había plasmado en su obra.
Démosle una segunda lectura a este mito, porque los escritores griegos son muy de eso, y Platón demonizaba a los poetas por algo. Tal y como el mito cuenta, el rey se obsesionó con la búsqueda de la mujer perfecta y fue fallida por eso mismo, porque era perfecta, esto es, sólo estaba en su cabeza. Pero para construir la belleza que tiene en su mente, Pigmalión la moldea en la realidad con esculturas hasta que da con la perfección. Pero todo el que ha escrito, pintado o compuesto arte sabe que el resultado no es lo que tienes en la mente, y esto es algo que Ovidio debía de saber, ya que la inspiración para los griegos no viene del que crea sino de los dioses. ¿Y si tal vez aquí también sucede que Pigmalión no sabía realmente qué era la belleza que tanto deseaba y por la que rechazó a tantas mujeres, hasta que se puso a construirla? Porque su ideal de belleza cambió del principio de la historia a cuando llega el final que es cuando se ve forzado a construir ese ideal. En resumen: en cierta manera Ovidio nos cuenta también que mientras algo sea fantasía no sabemos lo que queremos y que para ser felices, la fantasía debe tocar la realidad, y no mantenerse pura.
Y a una conclusión bastante parecida llega el filosofo contemporáneo, Slavoj Žižek, en su documental La guía de cine para pervertidos. Cuando habla de la película Persona, de Ingmar Bergman, dice que los hombres cuando practican sexo con una mujer real, realmente lo están practicando con su fantasía. La pareja excita dentro del marco de nuestra fantasía, del relato que nos hemos creado con ella. Para Žižek las mujeres llevan esto más lejos y necesitan un relato completo, crear toda una narrativa sobre el hecho que las ha llevado al acto. Aunque la sexualidad parezca para mucha gente ser sólo una cuestión de cuerpos, no se trata realmente sobre cuerpos, se trata de cómo esa actividad es relatada en palabras. Lo que Žižek nos dice es que la máxima seducción reside en las palabras, lo cual tiene bastante sentido: porque, de hecho, la magia se asemeja bastante a una especie de ciencia de la lengua.
Una vez que cruzas esta línea aprendes que hay que tener mucho cuidado con lo que se dice. Un grimorio (libro de encantamientos), es, en realidad, una forma ingeniosa de organizar frases, así cuando “haces un hechizo”, lo que haces es manipular palabras para alterar conciencias. Cuando alguien te hace un “mal de ojo”, acabas asociando todo lo malo que te pasa a ese encantamiento porque te fijas más en ello, y como te centras en cosas malas y en cómo protegerte rápido de ellas, te pueden asaltar más cosas malas en las que te fijes más (no porque las atraigas, es porque tu comportamiento hacia las cosas malas para protegerte de ellas hace que cambies). En el día a día más actual probablemente estés pensando en la publicidad, y así es, hemos dejado “la magia” a los publicistas y políticos, siempre atentos a su lenguaje para manipular en un sentido u otro. Y si esto te interesa, Alan Moore lo explica muy bien en el documental The Mindscape of Alan Moore, en el que narra su vida, obra e ideas.
Ya que hemos llegado a que la sexualidad en cierta manera es la magia previa que genera la historia del conocer a la persona con la que entablamos una relación, volvamos a Žižek para completar el puzzle. Él cuenta que la extraña tensión e interconexión entre realidad y fantasía la encontramos en la pornografía. A su juicio es un género profundamente conservador, porque no es un género en el que todo esté permitido. Atravesamos una línea en la que podemos ver todo tipo de planos explícitos, pero el precio que pagamos por eso es que la narrativa que justifica la actividad sexual no debe ser tomada en serio. Hay una censura aquí: no podemos involucrarnos emocionalmente.
Respecto a esto, si pensamos en la película Vértigo, de Alfred Hitchcock, vemos un caso perverso de sublimación de la fantasía. El cómo la personalidad de una mujer es borrada por un hombre, sólo para crear la que él recordaba de otra mujer para alimentar la fantasía que él perdió, y cómo esto desemboca en el mismo final.
En resumen, la cosa es que no podemos escapar de la fantasía y somos animales narrativos, pero, visto lo relatado, no queda duda que esta fantasía llena de filtros de Instagram o TikToks debe tocar suelo en algún momento y el no hacerlo nos encerrará en ese bucle de fantasía que tanto Estapé como Haidt están señalando como un problema. Y el que la fantasía debe tocar suelo para que nosotros seamos felices, implica que lo más sensato es que los contactos que tenemos en el mundo virtual los traslademos a la realidad para que dejen de ser puras fantasías, y aceptemos sus defectos. Porque mientras sean virtuales, serán sólo eso, fantasías, y, visto lo visto, si nos alejamos de la realidad que percibimos como física nos viene un problema. Porque al final seríamos como esos escarabajos pegados a botellas de cerveza marrones, ¿o debería decir somos?
Fase 4: Pornografía
“Lo que necesito es ser indispensable para alguien. Necesito a alguien que ocupe todo mi tiempo libre, mi ego y mi atención. Alguien adicto a mí. Una adicción mutua”
(frase sacada del libro “Asfixia” de Chuck Palahniuk)
Ya hemos visto como Žižek cuenta que la pornografía anula la narrativa que justifica la actividad sexual, porque ésta es burda y no debe ser tomada en serio. Esto es, la pornografía nos exige que no nos involucremos emocionalmente. Y como esto de que no la notes real puede ser frustrante, hay un sector de la industria de la pornografía que tienen una solución: OnlyFans.
En OnlyFans te puedes involucrar emocionalmente con la actriz. Puedes enviarles likes, comentarios, mensajes privados, puedes enviar de propinas muchas maneras posibles, para que ellas te envíen vídeos personalizados, y tú creas que te lo mereces. Además ellas hacen promoción de su perfil por redes sociales como Twitter, Instagram, TikTok o… Twitch, plataforma en la que si hacen hot tubs o ASMR, si hablan al chat pueden involucrarse emocionalmente en las historias de esos chicos, al punto que uno de los servicios que algunas chicas ofertan en OnlyFans es el vitual girfriend, que es que la chica finge ser tu novia pudiendo aceptar todo el tiempo que quieras, tu ego y tu atención, y sólo por una suscripción al mes.
El problema es que ya hemos visto cómo lo virtual no deja de ser una fantasía y si esta fantasía no toca suelo no seremos más que esos escarabajos pegados a botellas de cerveza marrones. Quien vive en redes sociales o en Twitch alimentándose de ello sin salir, no es tan diferente a esos escarabajos. Porque te alimentas de fantasías y la pornografía es sólo una de ellas, pero una muy potente cuando se une a ésta una falsa amistad o apoyo con una creadora de contenido.
Si miramos desde fuera, lo que vemos son un montón de chicos pegados a una pantalla, llegando al punto de masturbarse pegado a esa pantalla. Pero es que esa fantasía es también una realidad, falsa pero una de muchas. Y es vergonzoso salir de esa realidad por medio de una interrupción de fuera de la pantalla que te deje en evidencia. Que alguien te pille masturbándote viendo pornografía en una pantalla es vergonzoso, pero también, en menor grado, cuando te pillan sonriendo mirando al móvil y te preguntan, en la realidad física, “de qué te ríes”. Hay una distancia, y la notamos durante el confinamiento de la pandemia, y es que cuesta ver una fusión entre ambos mundos y en cierta forma tras la pantalla no dejamos de ser avatares y nicks que usamos como máscaras para exagerar una identidad.
Tú no buscas a la pornografía, la pornografía te busca a ti. Aunque no la quieras, vienen con anuncios, vienen con perfiles de tipo pornobot, y con recomendaciones en redes sociales. Estamos en una época algo extraña, en redes sociales podemos ver muy fácilmente, a veces incluso nos salta como un anuncio, un contenido tan o más explicito que en las antiguas revistas eróticas, pero ¿qué pasa con los pezones y por qué son más explícitos que el resto de la teta? A las mujeres en redes sociales se les borran los pezones quedándose tal como muñecas Barbie desnudas. Los pezones en redes sociales son una de las partes del cuerpo más prohibidas de las mujeres (y eso que los hombres también tenemos pezones), pero, si lo piensas, si están enseñando los pechos enteros y se tapan sólo los pezones con una mancha blanca o de color naranja, es lo mismo que enseñarlas con los pezones. Sin embargo, ¿por qué tantos adolescentes (y no tan adolescentes) buscan tan desesperadamente los pezones de Amouranth y porqué el que ella te deje verlos es pagar uno de los planes más caros de sus suscripciones? Podrías usar una foto de su Instagram y la herramienta de clonar con Photoshop para ponerle pezones y guardarte la foto, podrían hasta crearse vídeos deepfakes para su consumo propio, ¿por qué prefieren el vídeo o la foto auténtica y no uno fake?
Porque aunque la autenticidad no deje de ser una narrativa, es más potente una narrativa que se te ha vendido más cercana a una realidad, que una fantasía más alejada que, en cuanto rompas con la pantalla, acaba llevándote a una contradicción, una disonancia. Y esto explica muy bien esa distancia sobre la que escribí hace unos párrafos entre realidad física y el mundo de la pantalla: una vez que sales de la pantalla te das cuenta que lo que ha pasado ahí no es una realidad tan auténtica como la física, se rompe el encantamiento, y ves que lo que estabas mirando no deja de ser una especie de cristal mágico, pero no es la realidad física.
No es tanto que la pornografía, o el que te repela tanto el ver defectos físicos, gracias a los filtros de belleza de las redes sociales, cause efectos nocivos en el cerebro, sino que, saliéndonos de todo eso del cerebrocentrismo, la dopamina y las hormonas,… el punto es que es la importancia que le das a lo que ves y lo pegado que te quedas a ello, es lo que te está dejando turuleta y te está separando de lo físico. Y si ésta además ahora te ancla emocionalmente ya tenemos más que perder si no nos quedamos pegados al cristal, en nuestra fantasía. Cuando en vez de todo ese tiempo pegado, podrías construir o vivir diferentes experiencias y conocer a muchas personas que merezcan la pena.
Y es que los actuales críticos de la pornografía no tienen tan en cuenta esos detalles y hablan más de si la pornografía es como la cocaína o el nuevo tabaco, de cómo te acostumbras a buscar chicas nuevas o de cómo ésta te guía poco a poco hacia contenido violento. Sin embargo, si leemos los estudios de Aggression in Pornography: Myths and Realities de los profesores en sociología Eran Shor y Kimberly Seida, nos queda bastante claro que todo eso de que montones de hombres acaben siendo La Manada pues no pasa. Y es que los datos que ellos presentan nos cuentan que la mayoría de los hombres ve pornografía no violenta.
En cuanto al aspecto que si el porno puede ser adictivo, el tema es algo controvertido, porque no parecen darse los aspectos de una adicción, el ICD-11 de la Organización Mundial de la Salud lo clasifica como una conducta sexual compulsiva en sus características clínicas adicionales (que yo leyendo ese enlace pienso que una conducta sexual compulsiva es algo más serio e involucra más cosas, y que hay que leer el texto entero y no quedarse en una característica adicional, pero bueno, si te hace ilusión auto-etiquetarte, ahí lo tienes), mientras que el manual de psiquiatría, el DSM-5, en su revisión ni lo incluye. En esto los estudios son contradictorios y parece ser aún pronto para saber hasta qué punto podría ser o no una adicción (en general puedes estar obsesionado con algo por otra razón, y ese algo no ser adictivo, es decir, porque te falta otro algo en la vida y lo llenas con esa obsesión), pero parece ser que un mal uso, un uso problemático o un uso excesivo de la pornografía parece tener más que ver al porqué no dedicamos el suficiente tiempo a otras experiencias en nuestro tiempo libre que nos llenarían más. Y podemos verlo fácilmente en los foros de NoFap, en los que chicos jóvenes se retan a no masturbarse o a no ver pornografía para mejorar sus vidas. La realidad es que mientras están con su reto, aprovechan para realizar un montón de hábitos saludables que los conectan más con lo físico, como son: limitar sus horas de uso con el móvil o con redes sociales, hacer ejercicio, apuntarse a cursos y actividades, viajar, forzarse a ser más sociables,… Muchos acaban dejando de ver la pornografía, incluso aunque retomen la masturbación, ven problemática la que fue su relación con la pornografía porque el pegarse a ella no les dejó desarrollarse en otros aspectos que les han acabado aportando muchísimo más.
Si nos fijamos bien en los críticos que elevan el ver porno de adicto a futuro agresor sexual, aunque tienen su parte de razón, al final no dejo de ver el aspecto moral o religioso en muchos de ellos. Por ejemplo, los de Dale Una Vuelta, que aparecen por todas partes, hay que buscar sus nombres para ver su procedencia con La Iglesia Católica, Cáritas o con el Opus Dei. Y que ojo, ser creyente no tiene nada de malo, y creo que el punto de vista de un creyente sobre la pornografía puede ser interesante (y oye, soy ateo y encantado de escuchar puntos de vista diferentes), pero a mí me gustaría saber que lo son cuando a esta gente se les da un micrófono para hablar en tantos lados, porque si lo dices eres más honesto y libre para hablar, y así me demuestras que tus razones no son sólo tus creencias. U otro ejemplo, hace unos meses leí un estudio de Quantika llamado “Estudio pornografía online España 2021” y cuando lo comencé a leer estaba repleto de errores, gráficos manipulados a su antojo, y una especie de huida hacia delante catastrofista, en la que el porno de ser malo va pasando a ser cada vez peor, hasta llegar a ser relacionado con la causa de violaciones intrafamiliares. Y ojo, no es ético, pero tiene sentido que personas así manipulen estudios hasta este punto, porque son peritos informáticos y están hartos de ver casos horribles y necesitan encajar que lo que ven es el caso general, pero engañar a la gente no es la mejor forma de que te hagan caso, por lo menos no es la mejor forma a la larga. Y una muestra es lo que le pasó a Ismael López Fauste, y es que, tras una mala experiencia con personas del mundo de la pornografía, acabó escribiendo un libro y dando charlas para mucha de esta gente que se oponían fuertemente a la pornografía y financiaban cualquier cosa que les diera la razón, hasta que un día él se dio cuenta que esta gente que le estaban pagando por las charlas, le estaban radicalizando, pues en esas charlas y congresos nunca podía escuchar voces contrarias a lo que él decía (todos le daban la razón, y si alguien del público trataba de discutir algo, lo callaban) ni tampoco escuchar a la contraparte, lo que causó que hoy día Fauste haya borrado buena parte del contenido que creó y rechace las charlas y el contenido de las feministas abolicionistas. Comprendo la ira, pero yo lo que pienso es que la pornografía ya tiene un lado bastante oscuro y que no hace falta inventarse más oscuridad de la cuenta.
Cuando yo era adolescente consumía pornografía. Y es verdad cómo progresivamente, poco a poco pasas de fotos, a videos de ellas desnudas, para luego a videos de ellas manteniendo relaciones. Es cierto que los directores de porno logran por repetición que nos acabe excitando cosas que no nos excitaban ni nos tendrían porqué excitar. Pero cuando empecé a notar que ya no era divertido para mí, lo dejé. No sé, no podía darme igual todo y seguir, pero también ya tenía otras cosas que me llenaban más, así que fue como muy natural dejar de verla.
La realidad en cuanto a la prostitución o a la pornografía es la que es. Y habrá casos de chicas que les guste o vivan bien con ello, porque sin duda los habrá y no asumirlo y pensar que todas son unas pobrecitas a las que explotan es caer en el paternalismo. Porque vale, sí, lo asumo, existe la pornografía ética y son personas que se replantean las cosas. Pero, volviendo a nuestro foco, en la pornografía del público general cuando ves cómo mujeres pobres y con bastante necesidad se las desplaza por fases a ese mundo, llegando a la extorsión, no puedes evitar pensar en la primera versión de Disney del cuento de Pinocho. Cuando Pinocho deja de tener hilos gana independencia y libertad, pero no tiene la experiencia necesaria, siempre los capullos con ganas de manipularle estaban rondándole, y lo único que le queda a él no es castigar a los malhechores, sino escapar de ellos. Pues en la versión original de dibujos animados, que es a la que me refiero, nadie castiga al cochero de la isla de los niños, nadie castiga al honrado Juan, ni a Strómboli, y lamentablemente esto es lo más cercano a la realidad y puede ser triste, pero te enseña que lo mejor que puedes hacer cuando ves a una de esas personas, o cuando te acercas a ciertos entornos, es alejarte.
El propio Tribunal Supremo recordó en una sentencia del año pasado que en España hay esclavitud, a través de la explotación sexual. “No hace falta irse a lejanos países para observar la esclavitud del siglo XXI de cerca, sino simplemente adentrarse en lugares tan cercanos, a lo largo de los márgenes de nuestras carreteras, en donde hallar uno o varios clubs de alterne en cuyo interior se practica la prostitución con personas forzadas, esclavizadas, a las que, sin rubor alguno, se compra y se vende entre los distintos establecimientos, mientras tales seres humanos se ven violentados a ‘pagar’ hasta el billete de ida a su indignidad”, advirtió esta resolución bajo la ponencia del magistrado Julián Sánchez Melgar. https://www.lavanguardia.com/sucesos/20210201/6189999/explotacion-sexual-industria-porno-webcam-espana-pornoxplotacion.html
¿Sabes qué realidad física hay detrás de cada perfil de OnlyFans? Porque yo no. Y cuando sale en reportajes en medios me pregunto por qué los reporteros, con tanta experiencia que tienen en escuchar historias no se preguntan qué historias hay detrás de los perfiles más destacados. La historia de Amouranth y su OnlyFans todo dios nos la vendía de muy positiva, y que si tú llegabas y la criticabas o dudabas de que algo te huele mal, eras lo peor de lo peor, hasta que ella salió llorando a decir que su marido la manipulaba para no parar de hacer contenido explicito. De Amouranth realmente no sabemos nada, y ella sigue haciendo ese mismo contenido y no tenemos ni idea de si ha llegado a algún acuerdo con su marido, está con otra persona o ya sigue por pura inercia. No sabemos si es una víctima o si lo hace porque quiere. Y nunca lo sabremos porque lo que nos muestra es lo que hay delante de una cámara que ella misma enfoca hacia dónde quiere.
Al igual que sucede con los vídeos de pornografía, no sabemos qué hay detrás de cada perfil de OnlyFans, la figura de los proxenetas digitales está en auge y en OnlyFans no es tan difícil encontrar a menores de edad (los menores se saltan hasta la verificación facial). ¿Cuánta captación hay que genere ingresos a través de perfiles en OnlyFans? Ni idea, y no hay control sobre ello. Y muestra de ello es que Andrew Tate usaba OnlyFans para vender el material que creaban las chicas a las que él captaba y forzaba a realizar actos sexuales delante de cámaras, y la propia OnlyFans dijo que no puede saber si aún sigue ganando dinero Andrew Tate de los perfiles de OnlyFans que creó para esas modelos. Y no es fácil ganar tanto dinero con OnlyFans, posicionarse es muy duro porque los chicos casi siempre ven a las del top 10, así que a veces hay que cruzar ciertas líneas, y no hace falta dar más de varios clics para ver que varias modelos de OnlyFans también ofrecen servicios de prostitución, algunas incluso del tipo págame el avión y el hotel y hablamos. Y ahí ves en su Instagram como algunas no paran de viajar a Dubai. Y éste es un tema en el que no podemos quedarnos ahí, y también tenemos que pensar en el otro lado, porque siempre se las señala a ellas, pero no conocemos quiénes son los que los puteros que las convencen para que ellas pasen por el aro. Y realizar prostitución en Dubai no sólo es ilegal, también pasa que el peso de la ley recae sobre la mujer y no tanto sobre el hombre, lo que causa que estas mujeres puedan acabar siendo chantageadas.
Y yo paso de posicionarme ni como abolicionista ni tampoco de los de aquí todo vale, porque de verdad que, tras las cosas que he pasado en estos últimos años, no puedo con las etiquetas y menos con que se encasille a las personas en un cajón u otro dependiendo de las filias o fobias. Lo que sí pienso es que, al menos, cada cual debería tener toda la información, y que, no sé, pero parece cómo que hay cierta resistencia a obtener una información u otra dependiendo de a qué etiqueta te adscribas. Pero claro, para muchas y muchos yo como chico no soy una autoridad para escribir sobre esto, y es cierto, no tengo La Autoridad.
Y de hecho yo tengo autoridad para hablar de muy pocas cosas. Pero la autoridad no debe ser una excusa para mandar a callar ni a mí, ni a nadie. Porque el sesgo de autoridad existe y está ahí, y se usa para mandar a callar opiniones que son cosas incómodas para un líder (líder de secta, líder de un partido político extremista, un maltratador,…). Es importante que yo pueda opinar de todo, incluso si es incómodo, incluso si me equivoco, porque cuando acabe el embrujo los que te escuchan tan ciegamente podrían empezar a replantearse cosas que les has negado saber, preguntas que no se quiso responder en su día y ahora vienen todas de golpe a sus cabezas, y van a odiarte de verdad. Porque si yo no puedo opinar, ni preguntar, y se me ridiculiza por ello, se me está negando hablar. Y yo puedo puedo aportar, para que gente que sí sabe de estos temas no sólo forzarles a que se muevan, sino también aprendan a responder a alguien que no está tan enfocado como ellos. Y se pregunten porqués en los que tal vez no han pensado porque supuestamente era algo que lo sabe todo el mundo.
Fase 5: Woke
Ya conté que los hombres con el tema del feminismo estamos mal y, al final, el paternalismo de la izquierda está ahí. Tú, hombre blanco y heterosexual sientes que partes de la casilla cero, porque no tienes ninguna opresión. No tienes identidad, no eres guay. Pero se te indica que puedes despertar y ser un aliado.
Despertado (Woke) es hoy día un término que se usa para etiquetar a todo aquel que esté radicalmente a favor de lo LGTBI+, el feminismo, contra el racismo,… y lo compre todo sin aparentemente cuestionarse nada. Pero el término nació en la década de 1930 en EE.UU. para referirse a todo aquel que ha empezado a darse cuenta del racismo y los problemas derivados que sufren los afroamericanos. Este término se popularizó durante la época del auge del movimiento Black Lives Matter y dentro de ese movimiento, para referirse, de forma más general, a las personas que están a favor de la justicia social. Como suele pasar cuando asumes una identidad tan de anti-algo y señalas quién está dentro y quién está afuera, el equipo de fuera empezó a usarla para etiquetar a todo aquel que esté dentro, y hoy día a todo aquel que le etiquetan como woke se siente enfadado u ofendido. En redes sociales la gente visiblemente woke han acabado por renegar de la etiqueta al punto de decir que la ha inventado la extrema derecha para señalarles.
El problema como hemos visto no es tanto apoyar, porque puedes apoyar desde tu distancia, el problema es ser paternalista. Y es que, de verdad, a los tíos parece que la aprobación nos sale sola, es como que hemos sido educados o se nos ha inculcado a dar esa aprobación. Y la aprobación está bien en ciertos momentos como que en un trabajo tu jefe te diga “oye, lo estás haciendo muy bien”, porque contras, eso a mí me motiva y siento que se reconoce lo que hago. ¿Pero ante mensajes que son auténticas chorradas en tuiter? ¿Y ante fotos de posados que no dejan de ser sólo otro posado más y qué hartura de tantos posados con filtros que no se te ve ningún lunar, ni peca, ni arruga, ni vello, y que pesado todo ese tratar de vendernos productos de influencer de marca blanca?
La verdad es que, si lo pensamos bien, la aprobación que damos los hombres es un arma potente (en serio, estoy harto de verlo, ninguna rechista ante la aprobación de un aliado y, ojo, esto es normal, lo raro, e incluso algo violento, sería lo contrario), y pienso que si de verdad creemos en todos esos movimientos sociales y los apreciamos, y también si queremos darnos más valor a nosotros mismos y sufrir menos, deberíamos de aprender cuándo realmente usar esa arma, y no dispararla tan a la ligera, sino usarla más para motivar. Porque estamos disparando en todas direcciones y eso no está bien, por eso caemos en el paternalismo.
Porque en vez de todo ese seguir esa exigencia de tener que explorarme mis defectos de hombre, pasar por esa revelación de la fe del converso y seguir ciegamente el camino de baldosas amarillas, en vez de eso, lo que tendríamos que hacer es sentarse y empezar a cuestionarnos qué nos aporta y qué intención tiene cada mierda de mensaje que vemos en redes sociales que nos viene con una etiqueta de pro-algo o de anti-algo. Y digámoslo claro, por ejemplo, de todo el cuento de la responsabilidad afectiva sólo se habla el aplicarlo en una dirección y no para las dos partes. Sólo hace falta leer un poco sobre ello (y también ojo cómo en la foto del artículo es el hombre el que hace el gesto de consolar a la chica) para notar que esto no deja de ser una nueva variante del discurso de siempre de los cuidados también deben recaer en el hombre. Y por supuesto que las mujeres deberían tener más responsabilidad afectiva con los hombres, pero, cayendo yo en el discurso de cierto libro de la socióloga Eva Illouz, eso las mete en una contradicción con el empoderamiento, la cual tienen varias veces, porque ¿acaso si estás teniendo ciertas actitudes de responsabilidad afectiva con un tío, no podrías estar cayendo en la actitud del malvado amor romántico de hacer cosas que tal vez no deberías porque un tío no las haría? Y por supuesto que, aún así, ellas van a tener un cierto grado de responsabilidad afectiva, pero no esperes que ellas den toda la que exigen en reels de Instagram o en TikToks que tú debes de darles: el ghosting y demás comportamientos de mierda de esas mismas, que tanto comparten cosas de la responsabilidad afectiva, te lo vas a comer, porque lo que pasa es que ellas no quieren sufrirlo, pero hacerlo ya es otra cosa y después buscarán hasta la más absurda de las excusas, pero lo han hecho y lo hacen. Porque cada persona es de una manera diferente y una cosa es lo que comparte en redes sociales y otra distinta lo que lleva a la práctica.
Etiqueta ese comportamiento de pedir pero no dar como hipocresía, yo mantengo una distancia y, aunque yo no soy como esas personas y hacer ghosting me parece fatal, veo normal que ellas lo hagan y lo entiendo. Porque lo cierto es que cuando se ven las cosas desde un cristal, como es la pantalla del móvil, tiendes a ver más tu reflejo, los demás no son personas y sino avatares de juguete que puedes romper o lanzar por los aires si te apetece. Los demás dan igual, lo que importa en las redes sociales es el yo. Las redes sociales no son el mejor lugar para exponer cosa alguna, porque de alguna manera todo acaba personificándose en el ‘yo mismo’, en vez de nosotros pensar fríamente que tras ese mensaje hay una persona con sus historias y sus cosas, y, por tanto, en qué intención tiene realmente quién ha compartido o escrito esto (porque muchas veces no hay tanta maldad, sino confusión porque lo has relacionado como loco con una movida que tienes en tu cabeza, en vez de ponerte en la mente de esa persona). Pero, en vez de eso, se personifica todo lo que se lee como o un ataque o un apoyo, y así no hay manera. En general, la gente en Internet tiende a embrutecerse porque, en el fondo, no ven personas, ven una pantalla con letras y cosas moviéndose de abajo a arriba.
En general, si nos fijamos bien, los problemas que los hombres tenemos en Internet con el feminismo, y con los movimientos sociales, es que queremos integrarnos en ellos pensando en ideas fijas, en que todo es muy fácil y esto es siempre así, en que la mujer siempre tiene todas las de perder y encima las están machacando y blablabla... En vez de interpretarlo como que son seres humanos, cada chica vive su idea del feminismo según su personalidad o historias y, por tanto, no hay un feminismo fijo que diga esto u lo otro. Pero claro, nos ponen eslóganes en redes sociales que son llamativos y pancartas muy buenas, y esto lo interpretamos como “buah, he estado equivocado toda mi vida” y ahí la pifiamos, porque la realidad es que cada una de ellas es de su padre y de su madre. La feminista vegana va a poner de heteropatriarcal para arriba al hombre que ve que compra leche en el supermercado, pero esa mujer no representa a todo el feminismo, representa al suyo, es decir a la película que ella se ha montado en su cabeza que debería ser el feminismo.
Y vale, sí, tenemos mucho poder con nuestras aprobaciones que no hemos aprendido a usar, porque no nos hemos fijado antes, y es cierto que aprender a usarlo con moderación nos ayudará más mentalmente, porque luego habrá menos pasos que retroceder si las cosas se nos tuercen, esto es, si no nos hemos vendido del todo, ni nos hemos etiquetado como 100% woke, porque, de todas formas, ya sabemos que somos uno más en la carrera de ratas.
Pero aún así, sí, vale, nuestras fantasías necesitan tocar suelo, la pornografía son nuestras botellas marrones (y nosotros los escarabajos que se pegan a ellas) y lo woke no nos sirve y estamos condenados a ser una persona más, pero ¿qué hay de nuestro sufrimiento en redes sociales y en aplicaciones de citas del que hablaba desde el principio de este texto? Nos queda más claro que cuesta hacer realidades satisfactorias de nuestras fantasías, y que debemos de detenernos cuando la fantasía se va de madre, ser más conscientes de las realidades físicas para sufrir menos, y que queremos dejar de masturbarnos mirando una pantalla de cristal. Pero si estamos solteros, las gentes en redes sociales, los anuncios y los medios se vuelcan en una publicidad sin descanso que nos señala, que qué hacemos solteros, que nuestra soledad es opcional, que podemos salir de la soltería fácilmente, y nos dice que, para ello, nos inscribamos en…
Fase 6: Tinder
Una cosa que no he contado de Tinder es que cuando dejé Tinder (porque lo único que logré teniendo un perfil ahí es acabar harto de todas las dinámicas de mierda de esa app para que pagues, y también harto de la gente que está ahí dentro que son tan de ni se te pase por la cabeza que, tal vez, tienes sentimientos), no borré mi perfil, porque no tenía ni ganas de abrir esa app. Así que Tinder no paró de enviarme notificaciones, de las que hice pantallazos, como:
A veces escribo sobre persuasión coercitiva, acosadores y sectas, pero hay veces en marketing como éste que están ahí bien cerca rozando la línea. Si has entendido lo que llevamos de texto y unes líneas con esos mensajes, puedes entender qué se me pasaba por la cabeza al leer esas notificaciones. Por ejemplo, “sueños” o “tus matches potenciales” con fantasía, “te lo pasarías mejor en Tinder” con pornografía y prostitución, “toda la atención que te mereces” “te echamos mucho de menos” y “quieren ver a Sergio en Tinder” con esa narrativa tan presente en OnlyFans que tiene ese te mereces alguien adicto a ti. Y no sigo, que esto ya suena claramente que Tinder me está amenazando, pero no me amenaza con que voy a seguir soltero por no usar Tinder, sino con que mi vida será peor si no abro Tinder (tiene un punto de presión esto, según estos mensajes te estás negando hasta la atención que te mereces). Cuando, la realidad fue que, vale, ok, sigo sin pareja, pero mi vida sin esa app es mejor.
Tengo que admitir que soy de esas personas que le cuestan ser la misma cuando tengo una pantalla delante. Hace bastantes años yo decía que la realidad física me resultaba más dura que la virtual, actualmente es al revés, la realidad física me es más amable y la virtual hostil, repetitiva y la tiendo a identificar con el dolor. Me es muchísimo más fácil entablar una relación con alguien que conozco en el plano físico, y, sin embargo, me es tremendamente complejo y difícil en el plano virtual. Y el rechazo en lo físico como que lo llevo mejor que en el virtual. En el virtual ante cosas como el ghosting te sientes que no vales nada y que te han abandonado. O como cuando estás esperando a que te contesten y no puedes decir nada, porque has sido el último en escribir. Te sientes un jodido enganchado a mirar las notificaciones que podrían ser de ella y el mero hecho de recibir un mensaje es lo que te detiene. Y te relees lo que has escrito buscando qué has liado ya, y ves que absolutamente nada, todo va bien. Y por mucho que uno lea las conversaciones buscando una razón, nada, son totalmente normales y ni siquiera se podría sacar un pantallazo que sirviera fuera de contexto para acusarte de algo. Estas cosas que me generan una frustración siempre había pensado que eran problemas míos, hasta que cuando los hablé con otras personas o los fui leyendo o escuchando en bocas de otros, que fue cuando vi que estos problemas los tenemos una buena parte de hombres y mujeres con lo virtual. Y creo que mucho tiene que ver con lo que llevo contado en este texto: buena parte de las veces esa fantasía se niega a tocar suelo.
Como chico soltero noto cómo constantemente se me lleva a que tengo que conocer a personas tanto de forma virtual como de forma real y que, de alguna manera, debo lidiar de forma natural con ambos mundos. Y de forma virtual me es todo tan difícil, tan artificial, tan de frío y de tan poco cariño, y es que en ese entorno nadie parece querer hacer las cosas más humanas, sino todo lo contrario, parece que lo mejor es ser como un robot, como si lo mejor fuera ser como un perfil de LinkedIn. Contras, he sufrido más veces la técnica de manipulación de luz de gas con Internet de por medio, que en la vida física. Y yo no sabía ponerle nombre, e incluso pensaba que era culpa mía, hasta que me lo contaron.
Siempre el que se ha conocido detrás de la pantalla es un segundón, y entra en el estereotipo de esa persona de Internet, de ese juguete que podemos romper y tirar a la basura si nos apetece. Pero esa persona de Internet no es un juguete, es tan real como la persona física, y yo lo tengo bien en mente y no dejaré de decirlo: nos guste o no, todo lo que hacemos con nuestras máscaras de avatares y nicks en el mundo virtual tiene consecuencias en la realidad física. El daño es real, pero en lo virtual sólo sucede en una sola dirección: en la persona que más interesada esté. Que no te contesten es también que te nieguen a hablar. Así es muy cómodo para la otra persona, pues no lo siente como algo malo, no lo ve, y sería incómodo pensar en un daño, por lo que ni quiere sentir que ha dañado a alguien en el mundo físico, y siempre le quitará importancia o buscará una absurda justificación que le reduzca el malestar. Al final desconfías de toda aquella persona que te venga de Tinder, porque piensas que, hagas lo que hagas, no quiere tocar suelo, y lo primero que va a hacer es irse o no aparecer. Así que ¿sabes contar? Pues no cuentes conmigo.
Seamos justos, Tinder es una mierda, pero tampoco estaba pensado para personas adultas, sino para adolescentes y universitarios muy jóvenes en grandes campus universitarios estadounidenses, que es el entorno en el que triunfó a lo grande. Gente que son más abiertas a pasar al mundo real, porque, es que esas personas que conoces por Tinder siendo universitario joven estadounidense están a dos pasos de tu aula, ¿qué te cuesta dejar de mirar la pantalla y andar un pasillo tras intercambiar cuatro frases?
Hoy día Tinder, a pesar de venderse constantemente como una opción ideal para conseguir pareja o sexo esporádico, no paran de hacer parches a su aplicación para que sus usuarios dejen de una ver de hacerse daño entre ellos, ya que, al final, acabas dándote cuenta que tu vida es mejor sin Tinder que con Tinder, y lo dejas. Esto es, la gente se les va. Uno de los últimos cambios ha sido, junto con notificaciones del tipo “responde a tu match” o “tu match te espera”, la etiqueta de “te toca” en las conversaciones, cosa que han copiado de Hinge. El objetivo de esto es reducir el ghosting y tácticas dañinas similares.
Muchas veces pasa lo mismo: puede que tengas una idea, pero la otra persona puede estar más interesada en que lo virtual se quede ahí encerrado detrás de la pantalla. Y es algo que pasa mucho y mi fallo en lo digital varias veces ha sido no darme cuenta de que lo que tengo entre las manos no deja de ser una pantalla a la que sonrío, no una persona. No puedes abrazar a un avatar, no puedes acariciar su hombro y mirarle a los ojos mientras la escuchas para darle tu comprensión, no puedes besar un avatar,… Tratar con un ente virtual es tratar con una persona, pero más allá de eso debo de forzarme el darme cuenta que mientras no haya contacto real, no hay nada, sólo una fantasía que ha de tocar suelo.
Hay que darnos valor a nosotros mismos, y tener seguridad en tocar suelo lo más posible, en serio, porque la fantasía se queda en eso, y en ese sufrimiento. Ser más conscientes de la distancia entre la fantasía y lo físico. Pero para eso toca empezar a tomar distancia.
Fase 7: Distancia
Una vez llegados este último punto para muchos sería muy fácil decir que el dolor es opcional y que llegar a ese discurso de PUA de lo que hay que hacer es ser un hombre, mostrarse inaccesible, y, en definitiva, usar técnicas coercitivas para manipular todo lo que se pueda y más a la persona deseada. Pero como cuenta muy bien este psicólogo en este video, todo eso de los seductores y los PUA es una mierda que, además de tú dejar víctimas por el camino, te acaba jodiendo la cabeza. Y el catastrofismo de los incels y los MGTOW con todo ese tema de la libertad de andar tu propio camino para construirte como hombre independiente y aislado de la sociedad, tampoco acaba sirviendo porque es acabar polarizando, siendo de un grupo de tipo anti-otros, y esto genera frustración y, para no poner a alguien que lo cuente de forma sesuda, que ya me he pasado de culto en este texto, os enlazo a Jordi Wild hablando con sus tertulianos sobre porqué los MGTOW, los incels y los seductores son un problema.
Al final, una relación es una amistad con más cosas, por lo que si no sabes tratar con personas del sexo opuesto te va a ir mal. Y sí, hay diferencias entre mujeres y hombres, pero ellas son también seres humanos, son de nuestra misma especie, nos pasan muchas cosas parecidas, podemos entendernos. Y si alguien no quiere nuestra amistad, deberíamos (deberíamos) de parar de rumiar y pasar del tema. Aprender a desengancharnos antes de que la fantasía crezca al punto que nos haga daño. Tocar suelo lo más que se pueda, porque aunque lo virtual es una realidad, lo físico es el mundo que nos rodea, el que nos da experiencias, en el que nos pasan las cosas que luego queremos contar (y ya hemos visto lo importante que es para nosotros el narrar) y él que de verdad nos llena.
En cierta manera este texto van también de ayudaros con una parte de la rumia que a mí me consumió y me llevó a la ansiedad, y qué hago hoy día para seguir en el mundo real y que ante el menor problema, la ansiedad no me vuelva a encerrar en una habitación otra vez. Y está muy bien la aceptación, ese saber que hay que vivir con tus malos pensamientos, pero para pasar a la siguiente fase y dejar de marearnos con el dolor necesitamos llegar a poder poner una distancia entre nosotros y nuestros pensamientos, lo cual nos ayuda también a poner una distancia entre nosotros y nuestras fantasías para analizarlas, porque no dejan de ser pensamientos.
Lo que hago, y lo que me enseñaron para esto, es tener mis señales que identifico de que algo está yendo mal conmigo mismo, y cuando veo una, parar, y luego ver qué está pasando aquí, ver qué estoy sintiendo y porqué me siento así. Y una vez que me entiendo, pensar una acción para cambiar mi situación, la cual a veces resulta ser simplemente el hablarme a mí mismo con palabras que me dañen menos o me hagan cambiar mi forma de comportarme a otra con la que sepa que me irá mejor. Y como ya hemos visto, la magia simplemente se trata de saber usar el lenguaje. En cuanto cambias cómo ves las cosas, te empieza a ir mejor.
Y tengo que admitir que cada vez las redes sociales, sus fantasías y su magia me atraen menos, cada vez centro mis esfuerzos en usarlas menos, y esto va en aumento. ¿Las voy a seguir usando? Por supuesto, pero sí que me doy cuenta que con todo el tema de las limitaciones de tiempo, horarios y las estrategias que hago para reducir el número de horas de media semanales en los que uso el móvil para verlas, soy cada vez más consciente de qué y cuánto una u otra red social me aporta o no. Cada vez que entro en redes sociales, veo a gente que tiene muchos problemas y hay que solidarizarse y estar ahí, por supuesto, pero como he contado anteriormente también es bueno distanciarse y no personalizar. Es necesario tocar suelo el mayor tiempo posible.
Porque, en el fondo, las redes sociales, y toda la economía de atención que las mueve, son chicos masturbándose solos con pantallas. Y yo no soy sólo un avatar y un nick, no voy a aceptar esa fantasía que se me vende, ni toda esa seducción ficticia, yo lo que quiero es seguir con mi vida.